La lucha de Pedro Alonso contra la malaria se ha convertido en uno de los principales hitos científicos de las últimas décadas. Alonso ha logrado el reconocimiento internacional por una vacuna que podría tener su aplicación clínica a finales de esta década.
-¿Esperaba durante la investigación la acogida mundial que han tenido sus trabajos sobre la malaria?
-Esto es ciertamente difícil de medir. Los científicos estamos, en general, acostumbrados a trabajar en el anonimato con respecto a los medios de comunicación de masas. La propia comunidad científica tiende a encerrarse en sí misma y en la divulgación de los resultados en sus propios foros, que por lo general son estancos y con poca permeabilidad al mundo exterior. Si esto es cierto para los científicos en general, mucho más lo es para los que trabajamos en enfermedades olvidadas, o relacionadas con la pobreza. En este sentido sí me ha sorprendido, y mucho, la acogida internacional. Por otro lado es cierto que la enfermedad es una de las enfermedades más importantes a escala global, y los resultados que nuestros equipos han publicado, pueden tener una gran trascendencia.
-¿Qué importancia tiene en estos hallazgos sus comienzos en el Hospital Clinic de Barcelona?
-Yo me formé en Madrid, y una parte muy importante de mi aprendizaje después de la licenciatura se produjo en la Universidad de Londres y en mi trabajo con el Medical Research Council del Reino Unido. Allí, desplazado durante cinco años a su centro de investigación localizado en Gambia (Africa Occidental) aprendí las bases de la investigación y realicé mis primeros trabajos (y de hecho algunos de los mejores y más importantes pero de nula repercusión mediática) en malaria. Dicho todo esto, es para mi un motivo de satisfacción el poder decir que una parte muy importante de mi bibliografía, y por lo tanto de mi investigación, se ha realizado desde España. El Hospital Clínic ha sido la institución que me acogió y apoyó mi desarrollo científico desde principios de los 90, y me dio la autonomía científica para poder desarrollar esta línea de investigación, novedosa en nuestro país. Por lo tanto el Clínic de Barcelona ha sido una pieza clave en todo nuestro trabajo.
-Esto es ciertamente difícil de medir. Los científicos estamos, en general, acostumbrados a trabajar en el anonimato con respecto a los medios de comunicación de masas. La propia comunidad científica tiende a encerrarse en sí misma y en la divulgación de los resultados en sus propios foros, que por lo general son estancos y con poca permeabilidad al mundo exterior. Si esto es cierto para los científicos en general, mucho más lo es para los que trabajamos en enfermedades olvidadas, o relacionadas con la pobreza. En este sentido sí me ha sorprendido, y mucho, la acogida internacional. Por otro lado es cierto que la enfermedad es una de las enfermedades más importantes a escala global, y los resultados que nuestros equipos han publicado, pueden tener una gran trascendencia.
-¿Qué importancia tiene en estos hallazgos sus comienzos en el Hospital Clinic de Barcelona?
-Yo me formé en Madrid, y una parte muy importante de mi aprendizaje después de la licenciatura se produjo en la Universidad de Londres y en mi trabajo con el Medical Research Council del Reino Unido. Allí, desplazado durante cinco años a su centro de investigación localizado en Gambia (Africa Occidental) aprendí las bases de la investigación y realicé mis primeros trabajos (y de hecho algunos de los mejores y más importantes pero de nula repercusión mediática) en malaria. Dicho todo esto, es para mi un motivo de satisfacción el poder decir que una parte muy importante de mi bibliografía, y por lo tanto de mi investigación, se ha realizado desde España. El Hospital Clínic ha sido la institución que me acogió y apoyó mi desarrollo científico desde principios de los 90, y me dio la autonomía científica para poder desarrollar esta línea de investigación, novedosa en nuestro país. Por lo tanto el Clínic de Barcelona ha sido una pieza clave en todo nuestro trabajo.
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